jueves, 21 de mayo de 2009

El Amuleto

El otro día mi compañera de piso, que coordina el programa de prácticas en la ONG y es profesora de desarrollo económico, vino a casa diciendo que había tenido un día muy, muy malo. Todo lo que pude entender, ya que estábamos entre francófonos y su francés es tan malo como el mío, es que un alumno suyo se había ido en pelota picada a la playa después de hablar con un “byfal”. Esto no habría pasado más que por una excentricidad si no fuera porque en Senegal las playas se usan a modo de gimnasio público y están más abarrotadas que El Retiro un domingo. El “byfal”, me he ido enterando después, es como una especie de santero al que le tienen mucho respeto aquí. El alumno en cuestión es un tal Bencent (pronúnciese Vincent), de la universidad de Pensilvania, al que conocí yo. Un tío majo y en apariencia, normal.

El caso es que el sábado pasado, en la fiesta de cumpleaños de esta compañera de piso mía, conocí a un compañero de clase de Bencent, Cody, que me contó la historia de su amigo. Como esa noche descubrí dos botellas de un vino chino bastante asequible que no estaba nada malo de sabor, a la mañana siguiente gran parte de la historia se había perdido. Pero he aquí lo que recuerdo.

Bencent es un tío carismático y listo, pero a veces peca de inocente. En una excursión a la playa con el resto de la clase un santero se les aproximó para pedir dinero. Todos se excusaron excepto Bencent, quien vio en el santero algo que le atrajo. Le dio unas monedas y se quedó escuchando algo de lo que le decía. Parece ser que este santero tenía mucha labia y sabía como llegar al corazón de la gente. Cuando Bencent se despidió el santero le dijo que podía encontrarle en esa zona siempre que quisiera y que siempre estaría dispuesto a hablar con él.

Bencent empezó a frecuentar su compañía y a escuchar las historias sobre los espíritus de los hombres, el cielo y la tierra que el santero tenía que contar. Aprendió que en los gatos se esconden los espíritus intranquilos y que en los animales negros hay un diablo agazapado, que es la sangre de los animales donde residen los espíritus y que hay que adorar a los árboles antes que a nada. Viniendo de Estados Unidos esto abrió un mundo nuevo a Bencent quien comenzó a creer en el animismo. Cody, quien hasta ahora había sido su mejor amigo en Senegal, dejó de verle tan frecuentemente. Un día preguntó por él a la familia senegalesa con la que se hospedaba y le dijeron que llevaba varios días sin dormir allí.

En clase Bencent rehuyó las preguntas sobre dónde había pasado la noche, pero Cany intuyó que las había pasado en la playa durmiendo bajo las estrellas junto al santero. Le preguntó por el amuleto que llevaba. Bencent contestó: “Me lo ha dado el santero. Ha dicho que con este amuleto puedo conseguir todo lo que quiera. Y es cierto. El otro día fue a una tienda. Pedí un bote de aceitunas, me fui sin pagar y no me dijeron nada.” Cody le comentó que eso era porque era blanco y nadie se atrevía a decir nada pero Bencent no lo aceptó. Dijo que también en los restaurantes había comido de gratis desde que tenía el amuleto.

El día que paseó desnudo por la playa, llevaba sólo el amuleto en la muñeca izquierda. Cuando oyeron la historia todos sus compañeros de clase se quedaron conmocionados pues no era nada propio de él. La que más se aterrorizó fue la madre de la familia con la que se quedaba quien era la única que se daba cuenta de la verdadera magnitud del problema. Le echó una bronca inmensa por haber seguido al santero y le reprochó el amuleto. Fue con él hasta el santero y pasó más de media hora gritándole en Wolof delante de Bencent. Hasta que el santero pronunció unas palabras y ella pudo quemar el amuleto. Le explicó que por medio de los amuletos los santeros pueden tomar posesión del alma de las personas.

Bencent tendría que haber cogido un avión de vuelta a Estados Unidos hace una semana. Nadie sabe si lo ha cogido. Mi compañera de piso quiere hablar con sus padres para asegurarse de que ha llegado sano y salvo.

Los Orígenes

Mi compañero de piso es francés. Pero por su tono de piel noté que su familia no siempre había vivido en Francia. Estábamos buscando el museo Thedore Shenger para ir a un cocktail de la embajada de España cuando le pregunté por este tema. Traduzco a continuación lo que me dijo. Lamento que mi francés no fuera suficientemente bueno para captarlo todo.

-En verdad mi padre viene de Senegal. Más concretamente de Casamance. Pero mi famila no siempre estuvo allí. Antes estuvieron en Dakar. Y antes en Tambacounda. Y aún mucho antes, el nicho más grande de mi tribu estaba en Mali. De allí se fueron desplazando al resto de África occidental.

Para no ser menos yo le comenté que la familia de mi padre venía de un pueblecito del País Vasco que lleva el nombre de mi apellido. De pronto nos paró un hombre viejo, fibroso y muy despierto

-¿Qué buscáis? Nos preguntó mirando como una centella a unos y otros ojos.

-El museo Theodore Shenger. Contesté yo tropezándome con las consonantes.

-¿No vais a venir a mi concierto? Ruido. Más ruido. Se pone frente a mi compañero de piso, se yergue, levanta el mentón y le pregunta, con un ligero gesto de la cabeza- ¿De dónde eres tú?.

-De Francia contesta él.

-¿Y antes? Repite el movimiento chulesco de cabeza. De vez en cuando me mira a mi.

-Mis padres vienen de Senegal. Responde mi compañero de piso. Ruido.

-¿Cuál es el nombre de Ruido?

-Albannaa.

-Los conozco.-echa la cabeza para atrás y vuelve a la carga. –Chico, tu tribu vino de Senegal Salsa (cuando los tiempos eran malos y los espíritus se apoderaron de las cosechas). Siempre habéis sido nómadas. Primero os asentasteis en Mali. Ruido.Después seguisteis vuestros rebaños hasta Tambacounda y finalmente os diseminasteis en Dakar. Ruido. Conozco a un Albannaa en Casamance. Se llama Houssein.

- Mi tío se llama Houssein. Mi padre me contó algo de lo que dices. Ruido.

-Dile a tu tío que has estado con Ismael. Ismael de los Fatiah. ¿Conoces a los Fatiah chico? Se acercó aún más y tuvo que levantar el mentón para poderle mirar a los ojos.

-No. Mi compañero de piso no caía en el nombre y temía que si se inventara algo este historiador se diera cuenta.

- Cuando vuelva dile a tu padre que te cuente la historia de los Fatiah. Él se acordará. Salsa y Ruido (Los Fatiah y los Albannaa siempre hemos sido aliados. Hace más de dos mil lunas, cuando ibais de camino a Tombocounda para vender el ganado, los Jolof os atacaron. Sólo los Fatiah os defendimos. Y por esta protección nos distéis más de la mitad de vuestras hijas. Hoy estamos en paz. ¿Bueno, venís al concierto?

-¿De qué?

-De percursión. Yo toco el tam tam. Ruido y ruido y más ruido. Toco todos los jueves a esta hora.

-Luego vamos. Ahora tenemos un cócktail. Le contestó mi compañero de piso con una sonrisa respetuosa.

Cuando se hubo marchado mi compañero de piso me hizo un resumen de lo ocurrido que pasó con bastante ruido. Después empezó a cantar.

-¿Tocas algún instrumento? Cantas bien. Le comenté.

- No. Pero sabes que aquí en África cada tribu se especializa en una cosa. Mi tribu siempre ha cantado para apaciguar a los espíritus.

domingo, 17 de mayo de 2009

Tubáb

Tubab es como se les denomina a los occidentales en Senegal. Tubab es una palabra que viene del dialecto local Wolof y que significa literalmente “blanco”. Aplicado a los occidentales tiene una gran polisemia.

Para empezar, ya de base, quiere decir “el que paga el doble”. No les culpo. Nosotros somos blancos y venimos del mundo rico. Luego si tenemos más dinero tenemos que pagar más. Adam Smith jamás habría estado más orgulloso de nadie que hubiera comprendido mejor las leyes del mercado que los taxistas de Dakar. Si quieres ir a algún sitio aquí existe el transporte público, sí. Pero nadie sabe ni a dónde va ni cuándo viene, por no hablar del espacio que hay. En consecuencia se hace necesario muchas veces coger taxis, que muchas veces tampoco saben muy bien a dónde ir. El proceso de coger un taxi viene a ser así. Se saluda con un “Sadam Alecom” para que se vea que hay cierto conocimiento de la cultura local y no se es un turista de paso. Se puede también utilizar el saludo Wolof “Nangi def” pero se corre el riesgo de que el taxista se empitone y quiera seguir en este idioma, algo que puede resultar algo difícil. Después se le dice a dónde se quiere ir. Invariablemente el taxista dirá que subas para cobrarte a la llegada lo que le de la gana y ponerse hecho una fiera si no se acepta el importe. Por eso hay que preguntar antes por el precio. En cuanto este sea dicho se le baja a un tercio del valor. A lo cual el taxista responde con alguna exclamación y mira al frente hasta hacer una nueva contraoferta. En ese momento se sube hasta algo menos de la mitad de la cifra inicial y se explica que ayer fuiste por ese precio o que no tienes más dinero. En caso de que no haya trato sólo hay que volver a intentarlo con el siguiente que pase. Si han pasado cuatro y ninguno ha aceptado el precio es posible que el precio no sea justo. Normalmente dicen el doble del precio que es.

Tubab también quiere decir “el que se va por la pata de abajo”. Este es un hecho tormentoso con el que cualquier recién venido tiene que convivir las primeras semanas. Otro de los significados es “el que baila como un robot”. Bien es sabido que no son nuestras culturas un referente mundial para la danza.

Un pueblo al sur de Senegal, en la frontera con Guinea, llama a los blancos “los que guardan comida en un armario frío”. Aquí no es costumbre almacenar la comida por varias razones. La más obvia es la falta de frigoríficos. Le sigue que ésta es escasa. Finalmente entra en juego el factor familia y amigos. Es una costumbre arraigada en África el pagar una visita a un familiar o amigo a la hora de la comida para alimentarse de gorra. En caso de que el anfitrión no sólo no les cebara bien sino que además no esperara hasta el final para servirse él, toda la comunidad local le rechazaría, pues es una regla de hospitalidad. Por tanto, para evitar esto, las familias compran cada día lo justo para que se vea que no sobra nada.

Otro significado de tubab es “el que la tiene pequeña”. Hay una tribu que vive predominantemente en Casamance (el sur de Senegal), los mandingos, que son conocidos por su gran miembro al que llaman cariñosamente “celebrité”. Yo no lo he comprobado pero por comentarios que me han hecho algunas chicas parece que la fama es merecida. El último significado que he encontrado de tubáb es “el que tiene que dar”. No sé qué real academia o profesor de universidad se lo atribuyó pero es la causa de que muchos occidentales no quieran salir a la calle en este país. Aquí acercarse a un blanquito, extender la mano y pedir, es tan común como en occidente dar los buenos días. Manadas de niños se cruzan por las mañanas en el camino al trabajo para pedir unos francos. Y si no les das la única explicación que tienen los niños es que eres un infiel tacaño. Porque uno de los preceptos del islam es que darás siempre a los pobres.

El caso es que les hace mucha gracia el apelativo, especialmente a los niños, y es común oírlo cuando se pasa frente a un grupo de africanos o un corro de niños. Tengo que aprender cómo se dice negro en Wolof, pero no sé si les hará mucha gracia.